martes, 29 de noviembre de 2011

EL ORGULLO DE SER ESPAÑOLES

Si cualquier persona sensata sabe que en su familia sólo puede gastar aquello que ingresa, y que, de no hacerlo así, se meterá en serios problemas, ¿por qué esa resistencia a aplicar la misma regla en el caso del Estado?
Esté o no el conjunto de los ciudadanos maduro para aceptar el cambio de modelo político y económico, para el nuevo Gobierno de Mariano Rajoy no queda más alternativa que hacer aquello que es necesario: acometer las reformas estructurales imprescindibles.
El líder del PP llega a la Moncloa con una mano atada a la espalda, si no las dos. No hay atajos. No cabe esperar milagros.
El control del gasto público es solo una de las medidas inaplazables que el nuevo Gobierno deberá tomar de inmediato. Tan inmediata y urgente como la anterior es acabar de una vez con la reforma de nuestro sistema financiero.
Entre los cambios estructurales de calado pendientes, ninguno tan necesario como una verdadera reforma laboral que permita la relación directa y beneficiosa entre empresarios y trabajadores. Más que de abaratar el despido, se trata de forzar un cambio radical en la negociación colectiva, uno de los tabúes heredados del franquismo,
También es necesaria una reorganización de los tipos de contrato de trabajo, con el fin de limitar en lo posible el abismo que hoy separa a los indefinidos de los temporales.
Imposible olvidar en este momento la urgente reforma del modelo territorial. Se trata de restablecer y reforzar la unidad de mercado, reducir y uniformizar las normativas y facilitar la puesta en marcha de nuevas empresas y negocios. lista de deberes que deberá acometer el nuevo Gobierno es ciertamente grande y abarca desde la racionalización de las administraciones, hasta el control del gasto sanitario, pasando por un cambio radical de nuestro sistema educativo, obligado a abandonar esa filosofía del “aprobado general”, tan querida por el socialismo, para entronizar el valor diferencial del talento, el esfuerzo y el trabajo bien hecho.
Reformas todas que no admiten dilación y han de emprenderse de inmediato.
España puede salir adelante; España quiere salir adelante, y hacerlo por difíciles que sean las circunstancias y por duros que sean los sacrificios a los que nos enfrentamos.
Confiados en esas buenas intenciones, solo cabe esperar que el nuevo Gobierno sea capaz de tomar las decisiones correctas sin que le tiemble el pulso, lo que implica estar dispuesto a enfrentarse a una parte de la sociedad española muy degradada por la ideología del “buenismo”, para la que la verdad se ha convertido en algo mucho más hiriente que la mentira.
Mariano Rajoy tiene ante sí el reto inmediato de tomar las medidas necesarias para evitar la quiebra de España, pero tiene otro aún más importante: el de embarcar a los españoles en un proyecto ilusionante de vida en común, la recuperación de la confianza, el bienestar material y el orgullo de ser españoles.